Fauna actual: El gurupollas

Mezcla de gurú y de gilipollas, ha habido ya algún artículo al respecto: recientemente Alejandro Suárez Sánchez-Ocaña, hablaba de este nuevo vocablo como nuevo término que se refiere a los «gurús» del social media. Sí, estos tipejos que buscan su minuto de gloria sin objetivos concretos, o a veces sin más objetivos que sacar cualquier beneficio personal, rápido y sin rubor a base de atribuirse actitudes postulantes, evangelizadoras sobre los términos de moda.

Nada más apropiado para ser un auténtico gurupollas que subirse sin el adecuado sentido crítico en alguno de los trenes mediáticos actuales:

  • La nube
  • TDD, DDD…
  • Metodologías ágiles
  • Web 2.0, marketing 2.0,…»loquesea» 2.0
  • Uso de patrones («Patronitis«)
  • etc.

En este sentido, el gurupollas entrará en los grupos sociales relacionados, o escribirá en su blog, o incluso escribirá un libro en el que aparecerá como el apadrinador y gurú de estos trenes mediáticos. Y todo esto sin sentido crítico. Aquí como suelo decir: si estáis a favor de algo, yo prefiero empezar negándolo, o poniéndolo en duda. Es esta dialéctica de búsqueda de la verdad la que realmente aporta algo positivo, no dar la razón como a los tontos para conseguir «+1» en la red social de turno.

El colmo de la cuestión viene cuando estos individuos se auto-atribuyen términos que son de otros, éxitos ajenos, como si su paso por los proyectos o las empresas hubieran esparcido la semilla del éxito y la guru-calidad.

Alejandro en su artículo insiste en lo del «minuto de gloria». Yo más que eso, entiendo que se trata de algo más. Cuando no hay fondo, cuando no hay empaque, se trata de destacar de alguna manera. Cuántos nos hemos encontrado en las empresas con este tipo de actitud:

  • «Yo soy power» (vale, ¿y?)
  • «Yo soy el arquitecto de la solución» (o sea, que no has pegado palo al agua, no?)
  • «He recibido un excelente reconocimiento»

Lo siento, pero soy de la opinión de que antes de intentar que hablen bien de ti, el mejor primer paso es que no hablen mal de ti. La coherencia, rectitud y un criterio claro y sostenible son la mejor carta de presentación. Además, los éxitos se miden y deben contar por el valor aportado: al cliente, a la propia empresa, a los compañeros…y no por el reconocimiento o la subida de sueldo o categoría recibida.

Las estrellas de un día, sin embargo, cada vez no sólo tienen su momento, sino que con esa exhibición de gurupolleces, consigue ganarse algún que otro adepto. Y ahí es cuando el gurupollas, con sus acólitos, es realmente peligroso. Porque ya no tiene que esconder su incapacidad: ya tiene otros que a base de su sudor, y a cambio de alguna falsa promesa de reconocimiento futuro, consiguen sacar el trabajo que el gurupollas no ha podido. Es cuando se forma la «manada del gurupollas».

Alejandro Suárez hace especial mención a los gurupollas de las redes sociales. Pues bien, yo quiero reclamar que también hay gurupollas fuera de las redes. En cualquier departamento. Es una especie que lejos de estar en peligro, aflora en cualquier parte.

Ojo, el gurupollas más peligroso, no sólo es el que trata de estar siempre en el candelero. El peor es el que sabe ocultarse cuando no puede brillar:

  • Cuando hay trabajo y puede llegar a notarse su inutilidad.
  • Cuando hay cerca un acólito que puede currar por él (siempre que no haya posibilidad inminente de echarse una medalla)
  • Cuando haya cualquier riesgo o problema en curso.

De hecho, este último punto merecería todo un artículo exclusivo dedicado a él:

  • Gestión de riesgos para gurupollas. En este caso, el gurupollas tien un olfato inherente y sorprendentemente desarrollado para detectar el riesgo. Si bien en cuanto hay alguna posibilidad de que haya un premio o reconocimiento el gurupollas sabe estar en primera fila (y si es posible, pisando alguna cabeza), cuando hay riesgos, es el rey del disfraz. ¿Que hay un pase a producción? Pues el gurupollas se ha ido de vacaciones. ¿Y si el cliente pide un sobre-esfuerzo? Pues el gurupollas le pide a su equipo un esfuerzo aún mayor: le echa al cliente o al jefe superior del esfuerzo extra, y si algo sale mal, de cara al cliente siempre tendrá un chivo expiatorio al que echar la culpa también. Hay que recordar que este espécimen lleva la gestión de riesgos de forma anticipativa: siempre tiene un culpable listo para cualquier problema que pueda anticipar. En caso contrario, tiene el poder de la desaparición, como ya hemos comentado.
  • Gestión de problemas para gurupollas. Cuando el riesgo ya ha ocurrido, y se ha convertido en problema, el gurupollas ejecuta su plan de contingencia: ¿para qué buscar soluciones si podemos buscar culpables? El gurupollas es el rey de la dialéctica, y será capaz de manejar las reuniones con sus responsables y clientes, echando la culpa bien a quien no esté en la reunión (y no se pueda por tanto defender), o bien al eslabón más débil de la cadena, a quien le habrá previamente dejado en alguna sutil pero inapelable situación de peligro.

Al intentar completar el artículo, me he encontrado con otro (siempre se me adelanta alguien, no importa) que ha hecho ya un inteligentísimo desglose de características de este tipo de fauna gurupollística. Leed también si podéis el más que artículo de Andrés Toledo, que amplía muy bien lo que Alejandro había iniciado en el suyo.

Precisamente en este artículo, Andrés Toledo creo que tiene la clave del gurupollas más temible: no ya el de las redes (que también), sino el de cualquier empresa, el que trata de vender motos y alejarse del trabajo real para dedicarse a «gestionar» o a ser «arquitecto» o «asesorar» a los proyectos. Aquí es cuando se siente en su salsa, a base de repetir gastados mantras copiados de libros y redes tecnológicas, en las que ha conseguido destacar. O dedicándose a ser consultor freelance, dando conferencias y cursos a precio de oro de cualquier tema del momento, siempre en reducidos grupos y de un modo exclusivo.

Finalmente comentar un rasgo inherente en el gurupollas: es un pelota. Siempre te dirá lo que quieras oir. Nunca terminará una conversación, sino que iniciará otra con cualquier tema que entienda que te va a enganchar. Y si ya ha obtenido lo que quería de ti…adiós. No le verás el pelo. O como mucho te dará las migajas de la red: algún «me gusta» en Linkedin, Twitter, Facebook o en la red corporativa de la empresa y poco más.

Recordad: al igual que los aliens, los gurupollas ya están entre nosotros…y tú puedes ser su siguiente víctima.

¿Y tú, ya has identificado algún gurupollas?

Cómo no hay que comunicar un despido

Esta entrada estaba pendiente hacía mucho tiempo. Y en realidad ha cambiado diversas veces de nombre. Empezó siendo un tema de comunicación en la empresa, y le acabé dando la vuelta, y la vuelta, y al final no quedó nada de la idea original. Quizá algún día la desarrolle. Al final, ha quedado un tema no menos importante, pero que además es muy peliagudo: cómo no comunicar un despido. Además es que tenía que colocar en algún sitio este chiste de Dilbert y no sabía cómo.

También me gustaría que no lo tomarais como un reproche. Al gestionar un proyecto, al formar parte de una empresa, hay muchas funciones que hay que cubrir. Por desgracia, en ocasiones, no todo es maravilloso, y puede llegar a ser necesario prescindir de un puesto de trabajo, y con ello, despedir a quien lo ocupa.

Este tema ha sido ya tratado en muchos sitios, pero hoy me apetecía darle algo de humor. Y humor realmente negro. Vamos a relajarnos un poco, y exploraremos cómo hay que hacer estas cosas, tratando de justificar los argumentos contrarios. Es decir, vamos a explicar COMO NO DEBE DESPEDIRSE.

Dar rodeos.

Es importante no ser claro ni conciso. Si vas a comunicar un despido, lo mejor es que des rodeos y dejes pistas. Como decía aquel humorista «alguien va a despedir a alguien…» o un «…alguien va a ser despedido…» Después de todo, lo importante es la empresa. Que matemos de un infarto al pobre infeliz no es relevante. Nada de sentarlo en una silla y comunicar claramente la noticia. Mejor incluso: extendamos rumores de que va a haber un gran número de despidos. Así sólo uno se sentirá mal (el despedido), y el resto saltará de alegría al saber que no han sido los perjudicados. Es la técnica de la alegría por comparación. Me quedo igual que estaba, pero como me había hecho a la idea de que iba a recibir una mala noticia….

Poca claridad.

Nada de decir las cosas claritas y sencillas. Mejor un:
– «…tu proyecto acaba el mes que viene, yo estaría preocupado…» o también:
– «…eres demasiado caro, no sé qué pasará contigo…»
Después de todo, a la gente le gusta vivir la emoción, el riesgo, el «no saber qué ocurrirá mañana». Qué mejor técnica gerencial que la sorpresa y la incertidumbre.

Poca elegancia.

Saber dar una mala noticia es un arte. Como lo es un piropo. ¿Qué puede haber más grato para una mujer que algo como «te lo comía todo» o un «ay si te pillo te…» (mejor no sigo)? Pues en esta línea, dar un despido a alguien no requiere elegancia. Mejor empezar con reproches, humillaciones y cualquier otra técnica que haga pensar al despedido que es su culpa. Y si es posible gritando o en público mejor. De su escarnio público algo se podrá sacar. Además, ya que le estamos despidiendo, es el momento de sacar todos los trapos sucios que tengamos (sean de él o no, y sean verdad o no). Total no es un juicio. Hagámosle un favor, y que se vaya pensando que mejor nunca haber estado aquí.

No saber escuchar.

Nunca des pie a que se explique un despedido. ¿Para qué? Tras la sarta de injurias y trapos sucios, no le van a quedar ganas de hablar. Aquí los únicos que tenemos que hablar somos nosotros. Que para eso estamos despidiendo (y esto, quieras que no, cansa mucho y requiere de concentración).

Falta de intimidad.

Como habíamos comentado anteriormente, lo mejor es hacerlo en público. Que todos se enteren. Así nos temerán, y verán que no nos andamos con tonterías.

Cuándo despedir.

La mejor hora es a primera hora. Nada más llegar al trabajo. Así le haces sentir que además de perder su empleo, ha perdido el día: ha madrugado tontamente, y ahora  va  a perder la mañana en papeleos inútiles, pues total, ya está despedido. Tiene todo el día para pensar porqué lo hemos hecho (recordad la poca claridad), y que la falta de elegancia y de empatía (no saber escuchar), hagan el resto. Además para el que despide, es un revulsivo de energía. Oiga, anda que no es mejor que el mejor café expreso: humillar y fastidiar a la persona despedida, hacerle sentir mal, inútil y saber que tiene todo el resto del día para regodearse en su desgracia. Además si es posible, hagámosle permanecer en su puesto de trabajo con alguna excusa del estilo:
– «Quédate un poco para ceder tu conocimiento» o también:
– «No te vayas sin zanjar papeles y devolver el material, etc».
Así, de nuevo, nos aseguraremos con dar ejemplo al resto de compañeros, que verán cómo nuestra autoridad y liderazgo priman sobre cualquier cosa.

Hazlo sin tiempo.

No se te ocurra dar un preaviso. ¡No vaya a ser que el pobre incauto trate de buscarse otro trabajo! En España existe un preaviso de 15 días, pero no es orientativo y además las leyes están equivocadas. Además, dar tiempo a una persona puede significar que trate de conocer sus derechos. Y eso sí que no.

No des explicaciones.

No expliques al despedido porqué, ni quién, ni cómo ha tomado la decisión. Ni cómo va a afectar a la organización.

Promete cualquier cosa, aunque sepas que no la vas a poder cumplir.

Da falsas promesas al despedido. Insístele que se trata de algo coyuntural, y que seguramente podrán volver a contratarlo más adelante, incluso con mejor sueldo. Y al resto de los empleados, asegúrales que no va a haber más despidos. Aprovecha para dejar claro porqué has despedido a esta persona insistiendo en una humillación pública (hazlo mientras aún está presente el despedido, claro).

Siempre que sea posible, no lo hagas cara a cara.

Lo mejor es un correo. O mejor aún: desactivar el acceso del empleado. No hay nada más agradable que un guardia de seguridad que nos impide el acceso a nuestro centro de trabajo (de nuevo, esto es mucho mejor si ocurre mientras nuestros ya ex-compañeros lo ven todo).

Pues nada, espero que os haya gustado este «artículo inverso» en tono de humor negro.

Fuente:
http://www.20minutos.es/noticia/350842/0/como/comunicar/despido/
http://podemoshablar.blogspot.com.es/2008/11/comunicar-despidos-difcil-y-odiosa.html

La obsesión por el éxito (¿me copias?)

Esta es buena. Estaba yo tratando de recuperarme de un par de semanitas de trabajo asesino y demoledor, cuando veo mi última entrada («La obsesión por el éxito»).

Inmediatamente después, me pongo a ojear el blog de HBR (Harvard Business Review), donde a veces vienen cosas muy interesantes, y me encuentro con ésto («Our Unhealthy Obsession with Winning»), un comentario muy acertado en ese blog donde hacen una interesante reflexión de una realidad que cada día se está haciendo más y más patente. Además, este artículo es de ayer, con lo cual, no es que haya rebuscado entre sus miles de entradas hasta encontrar la que yo quería.

Por supuesto, no es que me hayan copiado (qué más quisiera yo), pero es una divertida coincidencia el que se produzca, y que yo la haya detectado así.

El artículo de HBR llega a un interesante punto en el que finalmente aboga por redefinir el éxito mediante 4 puntos:

1. Winners are people who consistently invest effort, persevere, and keep getting better at whatever it is they do — regardless of whether they win anything.

A ver. No se premia la consistencia. Se premia el resultado, cualesquiera que sean los medios, y sin importar que éstos sean lícitos, o no. Tampoco importa si el resultado responde a una iniciativa  personal, o si a nos estamos aprovechando del trabajo o la colaboración de otros sin compartir el mérito.

2. Winners have goals, which provide direction and motivation, but recognize that the ongoing satisfaction comes from the everyday experience of moving towards any given goal.

Uf. Otra reflexión idealista. ¿Son tam importantes los medios como el objetivo? Correcto, pero ¿alquien ahí fuera se lo cree? Peor aún ¿alguien ahí fuera lo aplica?

3. Winners are people who aren’t afraid to lose — and they learn and grow from it. «I missed more than 9000 shots in my career,» says Michael Jordan. «26 times I was trusted to take the game winning shot and missed. I’ve failed over and over and over again in my life. And that is why I succeed.»

Aquí también he de decir que el éxito hoy en día rechaza los fallos y los pequeños fracasos. No se premia a quien falla y aprende la lección y mediante su experiencia aplica renovadamente las mejores prácticas. Se premia a quien no se arriesga, y se premia a quien obtiene resultados (ver puntos 1 y 2) cualesquiera que sean los métodos.

4. Winners use their skills not just to build their own value, but also to add value in the world — to give back and pay forward.

Esto no siempre es así. Pocas compañías o individuos buscan devolver valor en la medida en que construyen el suyo. Es el éxito por el éxito, una entropía que canibaliza los medios y que hace del fin la única recompensa.

50 enlaces para aprender inglés

Esto no tiene mucho que ver con lo que suelo publicar aquí…pero qué narices…es tremendamente útil.

Así que venga, animaros los que aún sois reticentes y lográis poner una y otra vez las mismas excusas, ya podéis aprender inglés por vuestra cuenta.

http://cadizempleo.blogspot.com.es/2012/07/50-enlaces-para-aprender-ingles.html

Por cierto, gracias a la autora (Carmen Campanario) por publicar estas cosas tan interesantes en su blog

Orgulloso de tus éxitos, no de tus contactos.

Hoy estaba leyendo este artículo en el blog de HBR (Harvard Business Review).

Casualmente, este artículo está en la línea de un tema que ya estuve comentando recientemente en otro post: y es que hay que estar orgullosos y por tanto poner en nuestro currículum, los éxitos profesionales, no tanto nuestras afiliaciones a marcas conocidas o de prestigio.

Por ejemplo: hablar o hacer publicidad de ser empleado de IBM o tener relación con esa empresa, no es un éxito como tal. Es usar una afiliación o relación profesional con una marca conocida. Está bien tratar de vincular nuestra labor profesional con un gran número de marcas de prestigio, o de sentirse orgulloso de ello, pero eso no puede estar por delante de nuestros éxitos. Si no tenemos éxitos profesionales de los que hablar…mal asunto.

Y no me refiero a que no podamos mostrar orgullo en público o jactarnos de nuestra relación con una marca, empresa o institución prestigiosa. Eso está bien. Pero parece ser que se tiende a hablar más de ello que de los éxitos y logros.

Yo no quiero en mi equipo de trabajo a una persona que haya trabajado en megaproyectos o que haya estado vinculado por el motivo que sea a grandes empresas, marcas de prestigio, etc. Yo quiero gente que haya superado retos, que haya enfrentado grandes problemas, y que pueda demostrar su éxito ante tales situaciones (su éxito, o al menos que haya podido salir airoso gracias a sus habilidades profesionales). A veces un pequeño éxito (o ausencia de fracaso) ante los problemas grandes, es mejor que un gran éxito ante un problema pequeño. Y quiero explícitamente saber si lo hizo solo o en colaboración con otras personas. No me valen los que tratan de venderme que fueron los responsables de tal o cual proyecto, cuando quizás la acción la realizaron él y otras 20 personas.

Como comentaba en mi anterior post, es esta ocultación deliberada de información la que provoca que al final todo el mundo sea el líder, héroe y único responsable de llevar a cabo grandes hitos en desarrollo, pruebas, implantación, gestión de equipos, etc.

Cómo no hacer un currículum

Vemos habitualmente currículums mal escritos, con información falsa, o alterada para dar una sensación de mayor experiencia y profesionalidad, de mayores éxitos de los logrados, etc.

Seguidamente vamos a ver algunos de los «errores» más habituales en los CV. Pero antes, veamos uno de los peores:

1. Desviar la atención. Esta técnica permite, cuando no se tiene experiencia o éxitos que comentar, desviar la atención en un punto supuestamente positivo, pero que no aporta nada realmente. Por ejemplo: si no tenemos ningún logro o éxito significativo que comentar en nuestro actual empleo, pero hemos tenido una buena evaluación o hemos sido promocionados de categoría, hay quien lo pone en el currículum, lo magnifica, y oculta de este modo la atención sobre otros elementos que podrían disminuir la buena impresión global. Es normal que un recién licenciado, ante la falta de otra información adicional, diga: «saqué matrícula de honor en el proyecto de carrera», o que diga las notas o hitos principales en su titulación. Vale, es normal, no tiene otra cosa de qué hablar. Lo que no es tan normal, es que gente que promulga experiencia y saber hacer, a la hora de la verdad ponga en el currículum este tipo de frases que contradicen dicha experiencia y saber hacer.

Viendo los currículums de gente con falsa experiencia, se suele encontrar frases como:

    • «Experiencia multidisciplinar». Vale, la palabra suena bien, pero no me dice nada sin el matiz apropiado.
  • Conocimiento y ¿experiencia? en diversas tecnologías y lenguajes de programación (por supuesto, siempre tratando de dar pocos detalles al respecto, y siempre de forma vaga respecto a los proyectos y a los períodos de aplicación). A ver señores, en nuestra vida laboral, y llevo en esto más de 15 años, no manejaremos más allá de 4 o 5 lenguajes principales. El resto, por supuesto que hemos estudiado, o usado puntualmente docenas de lenguajes. Pero el uso puntual no da el conocimiento, y la experiencia en los lenguajes se pierde en pocos años.
  • Buenas evaluaciones de rendimiento recibidas en la empresa. ¿!!! Sí, bueno, claro que alguno de mis antiguos jefes me alabó, me subió el sueldo, o me subió de categoría (normalmente no todo a la vez)…¡pero no lo digo en el currículum! Mi profesionalidad no se mide por las subidas salariales que he recibido, sino por los retos superados (aunque es un reto que te suban el sueldo, creo que no estamos hablando de eso).
  • Han llevado equipos de más de 20 personas ¿? Bueno, sí, una vez llegaron a estar 20 personas contando al fontanero, la secretaria, y la de la limpieza. Quizás han contado a todos los que han pasado por el proyecto, pero nunca estuvieron todos de forma coincidente. Pero sería más exacto decir de 3 a 20 personas, o usar la media del período. Incluso he visto gente de proyectos SCRUM con jerarquía nula, hablar de que han llevado «N» personas…¿pero llevar qué de qué? ¿Pues no era SCRUM? ¿No erais todos los del proyecto «iguales»? Seguro que si revisamos el currículum de los 20 del proyecto, resultará que todos han sido los jefes de los otros 19!!

Por supuesto que todo ayuda, pero no puede este tipo de información ser nuestra principal identidad.

A mí todo esto me da una sensación horrible. Un currículum no puede estar tan vacío. Se supone que habla de nosotros. Y si lo mejor que podemos decir de nuestra profesionalidad es que nuestro jefe nos hizo una revisión anual positiva…o que nos subió muchas veces el sueldo…pues cásate con tu jefe!

En serio, debemos siempre hablar de:

    • Éxitos. Pero éxitos tangibles: logré «x» mediante «y». Ejemplo: puesta en el mercado de una nueva aplicación desarrollada por nosotros mismos (o explicitar nuestro papel en su desarrollo),  logrando una cuota de mercado «X», o logrando como clientes a los «TOP» del sector. O: desarrollo e implantación de una solución de xxxx que logró estar en el mercado durante casi 10 años y tener más de 20 grandes clientes del sector.
  • Formación: certificados relativos al puesto que estamos, o al que queremos optar. Si somos analistas funcionales, a buenas horas me va a servir un certificado de programación. Claro que está bien, y aporta, pero si veo a un jefe de proyecto obteniendo certificados de programación, voy a tener serias dudas de si realmente ejerce como jefe de proyecto. Del mismo modo que si yo veo a un analista recién certificado o con cursos de ITIL, CMMi, PMBOK, etc., voy a pensar que en realidad, ejerce de jefe de proyecto (o que se prepara para dicho cargo, lo cual es loable). 

Continuemos con mentiras habituales en los currículums (fuente: link): 


2. Estudios no realizados. Dos de cada diez españoles han declarado que han falseado su nivel de estudios en su currículum. Se pretende con ello ganar puntos ante el seleccionador. Es una de las mentiras más fáciles de detectar, porque lo normal es que se soliciten los diplomas y certificados que correspondan a la formación declarada. Una de las más frecuentes es asegurar ser un experto en un determinado programa informático sin serlo. Se trata de un grave error ya que se quedará en evidencia al comenzar a trabajar y tener que manejar dicho programa.


3. Mentir en el dominio de idiomas. También es habitual indicar que se tienen conocimientos de idiomas que en realidad se desconocen. O bien poseer un nivel más elevado del que se tiene. En este caso, es inútil indicar tener más nivel del real, pues lo habitual es que, para chequearlo, el entrevistador se dirija al candidato hablando en el idioma que dice conocer. Además, hay que tener en cuenta que muchas empresas suelen hacer pruebas de nivel para verificar dichos conocimientos.


4. Exagerar las funciones anteriores. El 43% de los españoles añade en su currículum vítae más responsabilidades de las que ha asumido en sus anteriores empleos. Un ejemplo: alguien que ha trabajado como vendedor, pero que asegura haber sido responsable de equipo o director comercial de una determinada empresa. En este sentido, hay quien exagera también los años de experiencia ejercidos en una determinada función. Un ejemplo de ello puede ser asegurar que se ha trabajado en una empresa durante varios años cuando en realidad sólo fueron 15 días.


5. Empresas en las que nunca se ha trabajado. Un 18% de candidatos miente acerca de las empresas para las que ha trabajado. Según el estudio de CareerBuilder, se han dado casos de candidatos que han mentido diciendo haber trabajado en una determinada empresa sin saber que quien le entrevistaba fue director de la misma. También, con el fin de engordar el currículum, hay quien declara haber trabajado en empresas que no existen. Son más difíciles de detectar las mentiras cuando las empresas en las que se dice haber trabajado han desaparecido.

Si has llegado hasta aquí, te habrás dado cuenta que seguramente tú también has hecho algo de esto alguna vez. ¿Y? Pues nada. Esto son malas prácticas, pero no significa que cada cual lo vea justificado para un fin. Desde luego, que por traer el pan a sus hijos, la gente está dispuesta a todo. Y más con los tiempos que corren. Seguro que a vosotros se os ocurren, o habéis visto más malas prácticas como estas. El problema, simplemente reside en que los currículums se usan de modo comparativo. Y como tantas cosas en esta vida, los honestos, los experimentados, están en desventaja.

De todas formas, se puede dar la vuelta: se pueden usar estas ideas, de forma sutil, para destacar auténticas buenas prácticas y experiencias, auténticos hitos y logros personales, para un buen currículum. Y ese era al final, el objetivo de este post.